Que se me ha vuelto un vago, el tío. Con la excusa de que tiene mucho trabajo, ya ni me transcribe las historias ni nada. Un desastre de persona.

No os penseis que os tengo abandonados, que va. Lo que pasa es que el señor ese que tengo contratado para que escriba mis historias (sí, al más puro estilo Camilojosé), me lleva unos días dando la murga con que está muy liado y no tiene tiempo para poner mis historias.

Y lo peor no es eso, si no que encima, el tío vago ese, tiene mala memoria (mi madre puede dar fe de ello). Yo le cuento lo que hago cada día, pero el torpe de él no es capaz de acordarse de más de una historia a la vez. Así que el día que no la pone, se le olvida, y cae en el mismo sitio que mi mickey, o mi patito. En las tinieblas del reino de las cosas perdidas.

¡Ay, qué cruz! En fin. Que hoy es Viernes, hace bueno, y me voy a ir al pueblo a pasar el fin de semana. Me consta que el iluso de mi padre, as well known as "el escriba cabezabolo", quiere llevarme a pasear por el campo para que vea las viñas, que deben estar muy bonitas. Lo mejor, es que me quiere llevar a cuestas. ¡Pobre!

Ya os contaré como termina el paseo. A lo mejor a partir de ahora se le conoce como "el hombre de la espalda en S", o "fosfatina man". Nos leemos.

Oier
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