El agua, ababá, como la llamo yo, fue la protagonista ayer de todos los telediarios y hoy lo es de las primeras de los periódicos.

Ayer la NASA anunció que según los hallazgos de sus robots, en Marte hubo agua, y se dieron las condiciones necesarias para la vida. Lo que no se sabe aún es si hubo en algún momento una red de cañerías de estilo victoriano, de donde un avispado comerciante enbotellara el agua del grifo para revenderla después un 300% más cara.

Ni a Bart Simpson en sus mejores momentos se le hubiese pasado por la cabeza embotellar el agua de Springfield. Bueno, en realidad la idea, como casi todas, es un plagio. En una serie inglesa de humor (inglés, por supuesto), titulada Only fools and horses (sólo los tontos y los caballos), ya apuntaron esta posibilidad. Y claro, los avispados de la Coca-Cola, que ya nos venden agua con gas, azucar y colorantes a precio de oro, decidieron recortar gastos, y no echar tanta porquería al agua. Así que comenzaron a embotellar agua del grifo. Tal cual. La etiquetaron como agua pura sin gas, y a forrarse. Gasto por litro, 5 céntimos. Precio de venta 140. Un negocio casi más redondo que las stock options de Telefónica, o el pelotazo de Terra.

Menos mal que no se les ocurrió montar el mismo negocio en Barcelona, porque si no, no les dura el chiringuito ni dos días. Lo siento, pero el agua allí es horrible. País (afortunadamente no el nuestro por esta vez). Como dice mi aita, mira que son raros estos guiris ;-)

Oier ¶