Pues sí, señoras y señores, como lo oyen, servidor, en un alarde de adultez, se ha quitado del vicio del chupete. Sin montar escenas, sin grandes gesticulaciones ni llantos, y todo ¿Por qué? Pues por un regalo. Ya ven, unos cobran grandes comisiones, y otros nos conformamos con regalillos insignificantes. Os cuento.

Resulta que yo ya sólo usaba el chupete para ir a la cama. Por vicio, lo reconozco. Pero me gustaba y no lo quería dejar. Y en esas estábamos cuando apareció en escena la versión femenina del El Padrino, mi madre, y me hizo una oferta que no podía rechazar: Mi chupete, a cambio de un regalo.

Por supuesto, acepté. Seguro que un regalo era mejor que el chupete, que la verdad es que tampoco me hacía tanto servicio. Así que acordamos dejarlo en la ventana para que se lo llevaran los pajaritos, y ellos a cambio, me dejarían el regalo. La verdad es que me dio un poco de pena y derramé alguna lágrima cuando lo ví allí tan solo en la ventana, pero un trato es un trato.

Y al día siguiente, ahí estaba el regalo, todo envuelto. Me pregunté cuántos pájaros habían sido necesarios para el transporte, o si habían alquilado los servicios de un aguilucho o así para hacer el porte. El caso es que lo habían traído: un magnífico avión con luces y sonido. Lógico, tratándose de pájaros, algo que vuela. Pues eso, que he conseguido un regalo por dejar un vicio. A lo mejor empiezo a fumar, a ver lo que me dan por dejarlo. Bueno no, que seguro que lo que me dan es un par de tortas por hacer el tonto ;-)

Saludetes,

Oier ¶