Pues eso, que me he ido, porque estaba de gente que mis cocheros casi no podían pasar, y eso que íbamos temprano, y por calles sin puestos, que si no...

Pero algo ya he visto. A la gente huyendo del tranvía, que como es nuevo parece que aún no lo conocen. A los autobuses nuevos, que son rojos, un color muy bonito. A los tejados de los puestos, que son de tejas de mentira, aunque a mí me parecían de verdad. y a las señoras super-mega petardas, que tuve que aguantar varias veces, comentarios de (poner voz de pito y retintín) "Pero dónde irá ese niño, cómo se le ocurre". Pues bueno señora, si no le gusta, se aguanta. Y si no, no venga, que además ni siquiera fuí al mercado.

Así que pasamos por una calle lateral, y nos fuimos a ver a mis aitites. No sin antes sufrir en mis tiernos oídos a los zanpantzar, que atronaban la calle con sus cencerros. y enterarme, de que ya no se rifa al Tiberio de turno porque sufrfe estrés. Y digo yo, ¿Qué pasa, que el pobre cerdo, además de ser degustado después, tiene que vender él las papeletas? No lo entiendo.

Mis aitites estaban preparando ya cosas para la nochebuena. Y me han prometido un biberón especial, que me imagino que será como todos, pero más grande, o con un lacito o así.

Ya os contaré. Agur.

Oier ¶