Hoy mismo, comenzamos las clases por la tarde. La semana que viene las extraescolares (de momento natación), y por si fuera poco, después de un fin de semana nublado, ya ha comenzado el otoño…

Y en éstas andaba, que me ha dado por acordarme del verano…

Aparte de lo que ya he contado del pueblo, en Fiestas de Bilbao vinimos unos días.

Vaya tiempo. Agua, agua y más agua. No llovía tanto, desde las inundaciones del 83. Por lo menos, el tiempo respetó a ratos, y además de permitir las corridas de toros, nos dejó ir a las barracas una tarde, para subirnos, justo, justo al scalextric, a un tío vivo que sube y baja, y a las camas elásticas. Para terminar, unos churros y una visita a la txozna de Txomin Barullo (cuadrilla decana de las fiestas).

Al día siguiente fuímos a cenar y a dormir donde Osaba e Izeko, con los primos. También bajamos a dar una vuelta, pero no pudimos ver los fuegos porque llovía. Por lo menos, los otros dos días, los vimos desde la azotea de casa, que no sabía que se podía subir, que super-mega-bien, y hasta mejor, porque a mí lo que me da miedo es el ruido, y desde casa casi no se oyen.

Para terminar, fuimos a las actividades infantiles que montan, desde hace ya unos años, en el muelle de Uribitarte. Entre chaparrón, y chaparrón, nos pudimos montar en un tren chu-chú, y en unas barquitas que había en una piscina pequeña. Los hinchables no los pusieron, pero a cambio, nos pintamos las caras.

Y vuelta al pueblo. Más piscina, paseos por el campo, y andar en bici. Fuimos un día a San Asensio, a visitar un hotel con encanto de unas amigas de mis aitas: La capellanía. Y como no, a tomar un mosto a la vinoteca, donde Begotxu siempre se saca algo de comer por todo el morro, y a donde Manolo, que tiene las mejores patatas fritas, y mosto rojo.

¡Ay! ¡Qué lejos queda todo eso!

Oier ¶